jueves, 28 de febrero de 2013

Comienzo ontogénico del individuo humano desde su genoma


La determinación del origen ontogenético de la individualidad de los seres vivos especialmente la del ser humano, ha preocupado a biólogos y eticistas, por las implicancias morales que su manipulación y, cada vez más insistentemente la de animales, tiene1,2. El anuncio de la tramitación de una ley permisiva de clonación de células de embriones humanos en el Reino Unido y, su rechazo en Europa, nos obliga a insistir en este tema ya solucionado por la ciencia. Para la Etica Científica3 (que somete sus proposiciones a prueba de hipótesis tanto factual como axiomática o, formal según Bunge4) el inicio ontogénico del individuo está resuelto1,2. Sin embargo, eticistas filosóficos, teólogos, moralistas y legistas argumentando un mal entendido pluralismo, insisten en que el inicio de la individualidad es materia de opinión y no puede establecerse un proceso crítico del cual dependa el origen de la individualidad. En las leyes chilenas la persona humana empieza al momento de cortar el cordón umbilical. En algunos países el individuo humano empieza cuando aparece el sistema nervioso cerca del día 14 de la gestación5. Otros aceptan el día 14, porque es el límite para formar gemelos monocigóticos (siameses entre el 11 y 14 día5). Algunos, consideran el día de la implantación uterina (6º-7º día5). No faltan los que ubican este inicio al sintetizarse las primeras proteínas codificadas por el DNA del espermio. En Chile hay un debate interesante entre partidarios de la definición dada por la Iglesia Católica que ubica este inicio en la fecundación (fusión de membranas del espermio y del ovocito) y partidarios de la fecundación in vitro que lo ubican al formarse la primera metafase. Ex profeso no entraremos en el debate entre los partidarios de una u otra postura. Vamos a demostrar que tales criterios a priorísticos no tienen fundamentos bióticos científicos y que la biología o la ética científica, que se funda en ella, no necesitan de ninguna otra disciplina ni de a prioris para establecer, con precisión cada vez mayor, con el avance de su conocimiento, el origen inambigüo del proceso materioenergético que conocemos como individualidad. El problema es el establecimiento de la verdad entendida como correlato positivo entre el discurso sobre un proceso y ese proceso. La emergencia real de la individualidad de los seres bióticos ocurre independientemente de los dogmas u opiniones (literalmente dogma significa opinión en griego) que sobre ella tengan cristianos, laicistas, materialistas, gnósticos o agnósticos. La ética científica, la biología o la ciencia pretenden (desde Platón) no hacer juicios con la mera opinión, dogma o pre-juicio, sino que con el conocimiento demostrado (científico) o episteme.
Insistamos y precisemos más algunas nociones. En primer lugar, recordemos que el concepto de persona no pertenece a la biología ni a la ciencia factual. Tiene validez en filosofía, en teatro, en literatura, en derecho y en teología. Hay dos significados importantes de persona. En el teatro grecorromano correspondía al papel o "personaje" que se representaba en una obra por una máscara. En filosofía y teología cristiana persona tuvo un desarrollo importante en relación a la Santísima Trinidad y a la persona divina de Cristo con naturalezas humana y divina. No hay nada en los elementos materio-energéticos ni en sus relaciones que nos permita detectar que un ser es o no una persona. Para muchas religiones los animales son también personas con alma como el ser humano y para otras los remolinos y tornados también lo son. Para las religiones espiritualistas el ser humano está formado de materia-energía y de alma espiritual. No se puede demostrar materio-energéticamente que el alma trans-materioenergética exista, por lo que esta alma queda aceptada por fe (por definición indemostrable). Tampoco podemos entrar aquí en su análisis, puesto que "alma" varía mucho desde el ánima o simple vida, hasta el alma espiritual cristiana, pasando por el alma que también poseen los animales (del Hinduismo por ejemplo), por el neuma, psiquis (helénicos) o por el soplo divino judaico antiguo. Desafortunadamente, hay una confusión universal entre mente (que es un proceso materio-energético) y alma espiritual. En segundo lugar, es absurdo que el origen individual de los seres vivos dependa de una definición a priori que hace el legista, eticista, médico, técnico, teólogo o profano, según lo que le parece o conviene. Nada más opuesto a los criterios objetivables de la ciencia, además de (con esta actitud) violar el principio de respeto a la autonomía, al imponerle a un proceso biótico independiente o autónomo, desde fuera, un rótulo o asignación que sólo el mismo se puede dar, endógenamente. En tercer lugar, cabe destacar que la ética científica da un valor crucial a la ciencia como el método más confiable para encontrar el conocimiento demostrable y objetivable (la verdad o correlato positivo con el suceder). No excluye a otros, pero esos no tienen la posibilidad de comparatividad entre situación esperada (por la hipótesis o teoría) y observada, como tiene la ciencia, para realizar sus inferencias.
Nuestras demostraciones se fundan en suposiciones o criterios consistentes con la biología y los métodos lógicos de las ciencias factuales o axiomáticas.
1. Entendemos por individuo biótico a un proceso cuyos elementos, en continuo cambio, están endógenamente coordinados o programados de tal modo que sus distribuciones materio-energéticas organizacionales de las etapas posteriores están determinadas, especificadas e integradas por aquellas de etapas anteriores (programa). En el caso de la fusión de dos o más procesos, la individualidad comienza cuando los elementos de esos dos o más procesos quedan bajo una sola cordinación o programa.
2. El ser humano es un ser vivo materio-energético. Todo lo que se predique de él debe ser aplicable a los seres vivos materio-energéticos. De esto se desprende que no importa lo alejado del ser humano que esté un organismo vivo, de todos modos es útil para refutar una hipótesis sobre su origen y, con mayor razón, para afirmarla.
3. El proceso que se elija como crucial para determinar el origen de la individualidad debe ser el más incluyente o determinante de la mayoría de los procesos de un individuo de esa especie reconocido como tal inambiguamente.
4. Como corolario de 3, ningún órgano o tejido aislado puede ser utilizado para fijar el origen de la individualidad, ya que eso conlleva, dialécticamente, a la negación de los otros órganos o tejidos en forma arbitraria.
5. La especificación del origen de la individualidad debe hacerse por elementos u organizaciones endógenas y no exógenas, es decir, se trata de una autodeterminación de individualidad. La autonomía es parte importante para el diagnóstico de origen de la individualidad y de ser vivo.
Lógica: 1) El método helénico indirecto, modus tollens, refutación o falsación Popperiana, reducción al absurdo. Se trata de aceptar un proceso como origen de la individualidad y probar que este origen lleva a un absurdo, en otras especies, tejidos o con los criterios mencionados. 2) El método directo helénico o el modus ponens. Se trata de elegir una condición innegable bajo cualquier criterio de origen de la individualidad o elegir una condición parcial que tipifica la identidad o individualidad de ese ser y encontrar la condición más general que tipificaría o identificaría al individuo con mayor fundamento. Usaremos hechos bióticos demostrados y muy conocidos que se encuentran en cualquier texto general de biología o embriología o en reportajes culturales sobre el mundo biótico en cualquier medio de comunicación social.
Con estos elementos podemos examinar una a una las situaciones propuestas y ver si se sostienen y considerar otras que pueden ser mejores candidatos que las propuestas.
i) La individualidad (en humanos) comienza al momento de la fusión de membranas del espermio y ovocito II. Se refuta esta proposición con la clonación, incluida la de mamíferos (Dolly)6 las que se realizan con un núcleo de células somáticas que se inyectan en un ovocito (u óvulo) enucleado; nunca hay fusión de membranas plasmáticas en estos casos. También se refuta con la partenogénesis que no necesita de espermio, en muchos seres vivos, incluidos los animales. Se refuta también porque si hubiera fusión de membranas y el núcleo del espermio no fuera incorporado (activado) en un proceso de activación no participaría en el desarrollo de un nuevo individuo. Ejemplo, en abejas si el espermio no es incorporado aunque se adose a la membrana resulta un macho, si el espermio es incorporado y se activa su material hereditario resulta una hembra7, es decir, la sóla fusión de membranas es insuficiente para determinar la individuación. En el ser humano se ha desarrollado la fertilización por la inyección de espermios en el citoplasma del ovocito y en este caso no hay fusión de membranas plasmáticas y se han obtenido, así, seres humanos nacidos vivos.
ii) La individuación comienza al momento de la fusión de ambos pronúcleos, formación del sincarion o cariomixis. Se refuta esta propuesta porque en los individuos haploides o partenogenéticos hay un sólo núcleo7. En algunas especies de mamíferos incluidos el ser humano el sincarion no se forma8, sino que ambas cariotecas (membranas nucleares) desaparecen.
iii) La individuación comienza cuando ambos complementos cromosómicos se alinean en la primera placa metafásica (integración genómica). Esto se refuta porque no se da en la partenogénesis, ni en los haploides. También se refuta porque previamente al alineamiento metafásico los cromosomas se han duplicado y en esta duplicación por ser semiconservativa9, ya se tiene una integración molecular par a par de bases con un nucleótido del espermio (o núcleo somático) y un nucleótido del ovocito, para el DNA que ha aportado el espermio (o el núcleo somático en la clonación).
iv) La individuación comienza al momento de expresarse las primeras proteínas con la información que proviene del espermio. Se refuta esta propuesta por la clonación y partenogénesis. Además se refuta porque la copia del mRNA necesario para la síntesis de esas proteínas implica a lo más algunos millones de bases; en cambio, la primera duplicación genómica paterna implica la copia, en el ser humano, de más de 3 mil millones de pares de bases y, esta copia es previa a la de cualquier copia de mRNA involucrado en proteinas paternas. Si le damos importancia al trabajo de las RNA polimerasas involucradas en la producción de proteínas paternas, por esta misma razón no podemos restarle importancia a las DNA y RNA (partidores) polimerasas involucradas en la duplicación del DNA paterno.
v) La individuación comienza al momento de la implantación del blastocisto5 en el útero. Se refuta esta proposición porque se trata de una condición externa al individuo, que podría eventualmente faltar, no ocurre en los seres vivos sin útero y aún en el caso del ser humano es falaz ya que excluye a los seres humanos desarrollados fuera del útero (embarazo ectópico). Si se considera sólo la implantación sin importar el lugar también queda refutada por dos de los argumentos mencionados y porque esta implantación puede producirse en distintos lugares con desarrollos muy diversos del embrión. Además, internamente todos los genes necesarios para la implantación han sido copiados ya varias veces. Además es falaz porque nunca se implanta el embrión que se desarrolla del macizo celular interno; lo que se implanta es el trofoblasto que no es el embrión5 y, si el embrión pudiese recibir los nutrientes y oxígeno y excretar los desechos sin la participación del tejido donde se implanta seguiría su desarrollo.
vi) La individuación ocurre al momento de la aparición del esbozo neural. Propuesta falaz basada sólo en un tejido u órgano. ¿Porqué no el hígado? ¿Porqué no el ectodermo del cual la piel y el sistema nervioso derivan?. Se refuta porque no es aplicable a las plantas que no tienen sistema nervioso homologable al de los animales, ni se aplica a unicelulares, ni a animales con sistemas nerviosos muy distintos al de los mamíferos (redes neuronales simples)10, ni al de los animales que cortados en partes, cada una de ellas puede regenerar al animal entero7 (¿Cuál de los trozos de sistema nervioso que queda en cada parte de animal y de qué tamaño es el que define la individualidad?). También aquí cabe la refutación por la copia previa de todos los genes necesarios para el desarrollo del sistema nervioso.
vii) La individuación comienza cuando el embrión deja de poder dividirse en dos para dar gemelos monocigóticos. Se refuta porque excluye a todos los unicelulares que nunca serían individuos de la especie pues dependerían de dividirse en dos para serlo y, cuando lo hicieran, cada uno de ellos no lo sería pues estaría esperando de nuevo una división para serlo. También se refuta con los pluricelulares que pueden regenerarse completamente cuando se escinden en partes7. Por ejemplo, las planarias pueden ser cortadas en partes y cada una regenera al individuo total. Una planaria no sería individuo hasta no ser cortada en partes y en ese caso ninguna parte lo sería hasta que no sea cortada en partes.
viii) La individuación se da al momento de cortar el cordón umbilical. Queda refutada ya que los seres vivos que no tienen cordón umbilical no serían individuos.
Antes de pasar a la que nos parece condición universal de la individuación debemos tener claro que es muy diferente la individuación como proceso, del contenido genético de este proceso que dará origen al individuo específico correspondiente a ese contenido genético. Por ejemplo, en el ser humano si un espermio fecunda a un ovocito, se endoduplica y el núcleo del ovocito es excluído, el huevo resultante puede tener una dotación cromosómica humana completa y si es XX puede desarrollarse como proceso individual, pero no da origen a un ser humano sino que a una mola hidatidiforme. Lo que estamos buscando no es la dotación y estado genéticos que dan origen a un ser humano o a una mola, sino que al proceso inicial de la individualidad como mola o como ser humano.
ix) El proceso de la primera copia genómica es universal y es el mejor candidato para ser el proceso con el que culmina la individuación. En el caso del ser humano el espermio tiene la cromatina muy condensada constituida por DNA y protaminas en vez de histonas. Además el espermio aporta el centríolo que no posee el ovocito. Para que el genoma del espermio o del nucleo somático (caso de clonación) pueda ser copiado, la cromatina tiene que ser preparada, decondensada, el ovocito salir de G1, pasar este checkpoint8 e iniciar la etapa de síntesis de DNA (S)8. Todo esto requiere que el citoplasma ovocitario se integre e integre molecularmente al material nuclear que se le ha incorporado. Cuando el ovocito (particularmente su citoplasma) activamente endocita al núcleo del espermio y comienza a activarlo o comienza a activar al núcleo (o material hereditario) que se le ha inyectado, entonces se integra la individualidad. Es decir, cuando el material hereditario externo al ovocito es integrado por el ovocito en un proceso programado para el desarrollo de un nuevo ser, entonces se constituye el huevo o nuevo individuo de la especie. El criterio se aplica a la partenogénesis. En este caso, cuando se inicia la activación del material hereditario del núcleo haploide del mismo ovocito, entonces se inicia la vida del nuevo individuo. En general, si esta etapa se detiene se detiene todo desarrollo posterior. Si se detiene en fase S puede llegarse a la destrucción del DNA naciente que es muy débil en este estado. Lo más importante es que como todo postulado en la ética científica, podemos precisar más y más este proceso a medida que nuestro conocimiento de la biología molecular aumenta.
Como se ve y tratándose de procesos dinámicos que suceden en diferentes faces, no es aplicable el criterio de tiempo (o de momentos). En mamíferos la etapa S empieza entre 4 y 10 h después de la fecundación y dura alrededor de 4 h7. No es posible investigar esto en el ser humano (por ética) y, la extrapolación desde el procesoin vitro no es siempre válida ya que hay variantes de tiempos de activación enzimática en animales in vivo e in vitro7. La integración del material hereditario espermático por endocitosis ovocítica activa se desencadena minutos o segundos después de la fecundación donde simultáneamente empieza el proceso de decondensación nuclear y de la cromatina7. Al parecer lo mismo ocurriría en el caso de la clonación en que el citoplasma ovocitario "se hace cargo" del núcleo y de su genoma que se le ha inyectado. La asignación por tiempos es aún más arbitraria por cuanto no se conocen las varianzas de esos tiempos. Se han tomado sólo promedios o intervalos muy empíricamente. Para la decisión ética se necesita trabajar con márgenes de seguridad que impliquen probabilidades cercanas a cero o cero, de cometer un error (-5 D.T. del promedio). Es probable que dichas desviaciones típicas no puedan ser nunca determinadas confiablemente o que aplicadas a este caso incluyan todas al contacto de membranas o inyección nuclear. Desde un punto de vista ético y pedagógico, considerar como el inicio de la individuación a la inyección nuclear en el caso de clonación o de inyección espermática y, al contacto membranoso entre espermio y ovocito en el de la fecundación común (aunque erróneos desde un punto de vista de la ciencia biológica) parece ser el criterio más seguro para no atentar contra la vida humana o animal por manipulación de personas o animales completos.
Podría discutirse otras instancias del origen de la individualidad, por ejemplo la duplicación del centriolo, pero las plantas y otros organismos no lo tienen8, por lo que se refuta inmediatamente. También se ha propuesto que la vida humana empieza cuando se desarrolla el lenguaje, la conciencia moral, u otra función psíquica humana. Esta proposición se basa en el argumento que debe ser lo específicamente humano lo que caracterice su origen. El argumento es falaz, porque lo mismo podría decirse para cualquier ser vivo y como a la mayoría puede atribuirse cierto tipo de comunicación o lenguaje y cierto tipo de autopercepción, todos empezarían a ser individuos en estados arbitrarios (fijados por lo que al ser humano se le ocurriera) de su ontogenia; además, tanto el desarrollo del lenguaje como la conciencia dependen de genes que han sido ya copiados múltiples veces previamente a su desarrollo. Es falaz, también, porque lo más específico e irrepetible, no tan sólo de la especie sino que del individuo y de las células, es su genoma, del cual depende cualquier otro carácter, luego, la primera copia de su genoma tiene el sello de la identidad e individualidad irrepetible de cualquier ser vivo. Hemos descrito al proceso de primera copia genómica como el fundamento del origen ontogénico de la individualidad. Para secuenciar el genoma humano, miles de investigadores han trabajado durante más de 10 años gastando miles de millones de dólares. El citoplasma del ovocito realiza, en esta primera copia genómica, no sólo la labor de copiar base a base las más de 3 millones de ellas, con un gasto imponderable por lo exiguo, sino que constituye un nuevo genoma y lo pone a trabajar en el sentido de generar un embrión, labor que estamos lejos de siquiera entender en sus elementos. De no considerar esta etapa como el origen de la individualidad, estaríamos negando mérito, al Proyecto del Genoma Humano, de identificar el núcleo central constituyente de la especie humana. Por otra parte, en medicina forense y en investigaciones genéticas de identificación de taxa o individuos, se utiliza la copia de segmentos pequeños genómicos para establecer la identidad o ubicación taxonómica del o de los especímenes. El citoplasma ovocitario realiza esta actividad sobre todo el genoma que recibe, por lo que, con mayor razón debe ser considerada esta etapa como la de construcción de la autoidentidad de la que depende todo desarrollo futuro del individuo.
Correspondencia a: Carlos Y Valenzuela Independencia 1027, Casilla 70061, Santiago 7, Chile. Fono 6786456, 6786302. FAX 7373158. E-mail cvalenzu@machi.med.uchile.cl
REFERENCIAS
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2. Valenzuela CY. Aporte ético de Dolly. Rev Méd Chile 1997; 125: 740-1.        [ Links ]
3. Valenzuela CY. Hacia una ética científica. Notic Biol 1995; 3: 18-20.        [ Links ]
4. Bunge M. La investigación científica. Barcelona: Editorial Ariel Methodos, 1983.        [ Links ]
5. O’Rahilly R y Müller F. Human embriology and Teratology. New York NY, USA: Editorial Wiley-Liss, Inc. 1996.        [ Links ]
6. Wilmut I, Schnieke AE, Mcwhir J, Kind AJ, Campbell KHS. Viable offspring derived from fetal and adult mammalian cells. Nature 1997; 385: 810-3.        [ Links ]
7. Shostak S. Embriology. New York: Editorial Harper and Row, 1991.        [ Links ]
8. Alberts B, Bray D, Lewis J, Raff M, Roberts K, Watson JD. Molecular Biology of the Cell. New York NY, USA: Editorial Garland Publishing, 1994.        [ Links ]
9. Watson JD, Hopkins NH, Roberts JW, Argetsinger Steitz J, Weiner AM. Molecular Biology of the Gene. Menlo Park, CA, USA: Benjamin/Cummings, 1987.        [ Links ]
10. Solomon EP, Berg LR, Martin D. Biology. Philadelphia, PA, USA: Saunders College Publishing, 1999.        [ Links ]


miércoles, 27 de febrero de 2013

El embrión persona. Una aproximación desde la ciencia

Escrito por Natalia López Moratalla   Lunes, 15 de Marzo de 2010
La cultura del hombre “autónomo” –que no acepta deberle a alguien su existencia– ha creado un nuevo lenguaje, especialmente para hablar de su origen. En ese nuevo lenguaje al término “procreación” le sustituye el de “reproducción” para describir la transmisión de la vida humana. Ciertamente, cada persona, que evidentemente es engendrada por sus padres y aparece en un momento singular y concreto de comienzo, es al mismo tiempo creada por parte de Dios. Esto es, tiene un origen más allá de su comienzo.
Sin embargo, tras el uso de cada uno de estos términos resuena una concepción del hombre diferente, y un modo distinto de entender el mundo natural.
La cuestión del origen de cada hombre se plantea con tintes polémicos por el hecho de que la operatividad más específicamente humana requiere un largo periodo de tiempo de maduración del cerebro, incluso después del nacimiento.
Los que plantean que el hombre “no es más que... un saco de neuronas”. No aceptan una intervención de Dios, que crea a cada hombre otorgando el ser personal a cada uno, hablan de “emergencia”: el plus de realidad que manifiesta la persona humana necesariamente tiene que emerger entonces de la configuración de los materiales que portan la información genética. Reducido el hombre a su biología, se convierte en valor relativo a su “calidad biológica” y a su capacidad de autonomía.
El carácter personal sería algo que le reconocen los demás en determinadas condiciones de desarrollo, capacidad de razonar, etc.
Algunos reconocen que cada hombre es llamado a la existencia por Dios, pero no que el carácter personal sea un don de Dios a cada uno de los hombres intrínseco y originante, que acontece en su misma constitución como viviente. Por el contrario, se trataría de  algo que sobreviene en la medida en que la vida biológica tiene calidad suficiente para llegar a poder ejercer una autonomía personal, o dar muestras de que puede.
El embrión humano no tendría por tanto carácter personal “al menos hasta que...”. Así, el hecho biológico necesario –el inicio de un nuevo individuo de la especie humana- sería diferente del desarrollo temporal suficiente para alcanzar el carácter de persona. También para ellos el valor de la vida humana naciente requiere una ponderación frente a otros valores en juego (derecho a abortarle, a eliminarle si no tiene las condiciones deseadas.
Con frecuencia se da también una postura intelectual que otorga una excesiva importancia a  poder detectar el momento preciso del comienzo de la vida. Por una simplificación de la ciencia biológica centran la argumentación exclusivamente en la descripción de los procesos necesarios para la reunión del material genético en la fecundación de los gametos. Esto es, este modo de explicación, con claros tintes deterministas, recae sobre el hecho empíricamente verificable de que “hay un nuevo genoma suma del aporte paterno y materno”. Desde esta postura, se diluye, o no  se atiende suficientemente, al significado natural del hecho biológico de la fecundación: aparece un nuevo ser con un fenotipo propio de organismo o cuerpo.
Un genoma humano, o de cualquier otra especie, sólo describe al sujeto o individuo concreto, pero no es el sujeto.
La dimensión corporal es elemento constitutivo de la personalidad humana y signo de la presencia de la persona. El cuerpo y no simplemente el genoma. Toda la vida del hombre es espacio para responder personal e insustituiblemente a la llamada que le puso en la existencia. Lo que constituye a cada persona es su apertura relacional.

El carácter personal del embrión criterio ético fundamental

La reciente documento Instrucción Dignitas Personæ, sobre algunas cuestiones de bioética, recuerda el criterio ético fundamental expresado en la Instrucción Donum vitæ para valorar las cuestiones morales en relación a las intervenciones sobre el embrión humano: «El fruto de la generación humana desde el primer momento de su existencia, es decir, desde la constitución del cigoto, exige el respeto incondicionado, que es moralmente debido al ser humano en su totalidad corporal y espiritual. El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida».
“Esta afirmación de carácter ético- dice la Instrucción-…debería estar en los fundamentos de todo orden jurídico. Presupone, en efecto, una verdad de carácter ontológico, en virtud de cuanto  la mencionada Instrucción ha puesto en evidencia acerca de la continuidad del desarrollo del ser humano, teniendo en cuenta los sólidos aportes del campo científico… Aunque la presencia de un alma espiritual no se puede reconocer a partir de la observación de ningún dato experimental, las mismas conclusiones de la ciencia sobre el embrión humano ofrecen «una indicación preciosa para discernir racionalmente una presencia personal desde este primer surgir de la vida humana”.

¿Qué aporta la biología humana?

La palabra de la ciencia aporta un conocimiento directo e indiscutible acerca del comienzo de la vida de cada individuo y directo e indiscutible acerca de la corporalidad abierta. De la liberación de cada uno del automatismo de los procesos fisiológicos y especialmente de los cerebrales.
Y un conocimiento, podríamos decir indirecto, del origen de cada ser humano. Se trata, por tanto, de rastrear desde la ciencia el significado de la vida humana, del hecho biológico del peculiar cuerpo humano. En efecto, la estructura biológica de cada uno, el cuerpo humano tiene un “titular”; el cuerpo humano en cualquiera de sus fases de desarrollo, madurez, envejecimiento, etc., es signo de la presencia de la persona titular de ese cuerpo.
¿En qué estado del proceso vital de transmisión de la vida se puede afirmar que estamos en presencia de un cuerpo humano?
Muestra, sin lugar a duda, que el embrión humano desde su estado inicial de cigoto es un cuerpo humano, un  individuo de la especie humana, como es organismo individual todo cigoto de cualquier otra especie no humana.
Con el inicio de un viviente en la fecundación de los gametos de sus progenitores queda constituido el organismo en su fase de una célula, denominado cigoto. En perfecta continuidad con tal proceso se inicia su desarrollo o construcción de las diversas partes órganos, tejidos, etc. Ambos procesos temporales, constitución y construcción, tienen un dinamismo idéntico, denominado epigenético, pero tienen diferente significado biológico. En el primer proceso se constituye y comienza a vivir el individuo y a lo largo del segundo se desarrolla.
En todo proceso vital epigenético el resultado es más que la suma de los componentes, porque la información contenida en los materiales de partida se retroalimenta con el proceso mismo. Aparece con el proceso una información nueva que se denomina información epigenética. Los materiales de partida se organizan en forma nueva y, para adquirir esa nueva configuración, es necesario que interactúen con componentes del medio.
La secuencia de sillares del DNA es el primer nivel de información; es el patrimonio o dotación genética de los individuos de cada una de las especies. Está presente en cada una de las células del organismo y tal secuencia u orden no cambia a lo largo de la vida. El genoma heredado aporta la pertenencia a la especie y la identidad biológica del individuo.
También en el ser humano. Y, por serlo, la identidad biológica es signo de la identidad personal. La estructura informativa heredada es como el precipitado material de la llamada creadora a ese ser humano en concreto. Y por ello el criterio para determinar la identidad de un ser humano es un criterio externo: la identidad del cuerpo como existencia continua en el espacio y el tiempo. El cuerpo “dice quién es”: la cara, gestos, hasta la forma de moverse, identifica al titular de ese cuerpo.

¿Qué hace humano el cuerpo humano? La biología humana, al describir espléndidamente los presupuestos biológicos del don de la libertad personal, muestra que cada ser humano no está sumergido en los procesos naturales de la fisiología.

Con independencia de las creencias religiosas, la biología humana, como ciencia, reconoce la presencia en los individuos de la especie Homo sapiens de un dinamismo vital abierto, liberador del automatismo de los procesos biológicos, propio de los individuos de la especie. Pone así de manifiesto la presencia de una potencia real, distinta de la fuerza de la vida, involucrada en el origen de cada ser humano. En la vida única de cada hombre se da necesariamente un entrelazamiento entre la dimensión personal y la dimensión biológica. Ese entrelazamiento no se puede deshacer: todo  cuerpo humano tiene un carácter personal. Existe un único sujeto personal en estos dos dinamismos.

Trayectoria vital: principio unitario de cada viviente

La secuencia de nucleótidos del genoma heredado (el genotipo) no cambia a lo largo de la existencia del individuo, sin embargo el soporte material de la información genética (DNA) queda modificado por la interacción con el medio, a lo largo de su vida y con ello estado del viviente mismo: su fenotipo.  Aparece una información con el proceso vital mismo que ordena temporal y espacialmente, al regula la expresión de la información genética. Es una información epigenética, información de segundo nivel, que no se hereda sino se genera en la constitución del individuo.
Gracias a esta información, o principio vital, la vida del viviente es una trayectoria unitaria y discontinua en el tiempo, con etapas en que se suceden de manera ordenada: cigoto, embrión, feto, neonato, joven, etc.
El conjunto individualizado es más que la suma de las partes; y precisamente porque todas las partes se integran armónicamente, cada organismo vivo tiene una vida propia, con un inicio, un desarrollo temporal en el que se completa, crece, se adapta a diversas circunstancias, se reproduce, envejece, a veces enferma, y necesariamente muere.
La vida requiere un programa de desarrollo: una secuencia de mensajes ordenados en el tiempo y coordinados en el espacio orgánico, que permite la diferenciación armónica y sincronizada de las diversas partes del cuerpo.
El individuo concreto es inseparable de su desarrollo. En cada momento de la vida actualiza la plenitud de su ser biológico en esa etapa concreta. La auto-referencia (identidad) al material genético, recibido con la fecundación de los gametos de sus padres, aporta la conexión del cigoto con el embrión pre-implantatorio; y de éste con el término de la embriogénesis (el feto), y del feto con el término del desarrollo fetal (el nacido) y del nacido con el joven, y así sucesivamente.
Ninguno de esos estados de la vida posee diferente nivel de realidad ontológica. Es el mismo individuo el que existe en plenitud de vida embrionaria o fetal, joven o anciano.
La fecundación como periodo de constitución a cuerpo humano: el cigoto humano.
La fecundación es un proceso epigenético. La información genética heredada se retroalimenta a lo largo de las horas que dura el proceso y el resultado, el cigoto, es más que la mera suma de la fusión de los gametos.
a) se inicia con el reconocimiento específico y activación mutua de los gametos paterno y materno, maduros y en el medio adecuado. La zona en la que el espermatozoide alcanza al óvulo se produce una liberación de iones calcio que difunden como una onda hacia la zona opuesta. El gradiente de concentraciones es perpendicular al eje entre los polos animal y vegetal del óvulo y traza el eje dorso-ventral del embrión.
b) Los cromosomas de los dos gametos se preparan (cambian su estructura y las marcas químicas que permiten la regulación de los genes) y se organizan de tal forma que el cigoto alcanza una información genética propia. Los procesos que tienen lugar están regulados por los niveles de iones calcio alcanzados en la zona correspondiente.
c) Los diversos componentes del interior celular se ordenan en una distribución asimétrica siguiendo el gradiente de concentraciones de iones calcio. Además, se fusionan fragmentos de diferentes tipos de membranas del espermatozoide y el óvulo para dar la membrana peculiar del cigoto mediante la modificación de la composición química de sus componentes.
d) La primera división celular puede ser considerada como el final de la fecundación y el comienzo del desarrollo embrionario.

El cigoto  es un organismo o cuerpo en estado de una célula, a tiempo cero.

La célula con el fenotipo cigoto está dotada de una organización celular que la constituye en una realidad propia y diferente de la realidad de los gametos, o materiales biológicos de partida.
Posee polaridad y asimetría de tal forma que el tiene trazados los ejes que establecerán pasado el tiempo la estructura corporal,  mostrando así que se ha constituido mediante un proceso de autoorganización del material biológico resultante de la fusión de los gametos paterno y materno.
Su genoma posee el estado característico y propio de inicio de un programa de vida individual. El cigoto es la única realidad unicelular totipotente capaz de desarrollarse a organismo completo siguiendo la trayectoria vital generada que permite un crecimiento como organismo según ejes. Un crecimiento diferencial y ordenado en el que las multiplicaciones celulares se acompañan de diferenciación celular

Continuidad del desarrollo 

La dinámica temporal de la vida consiste en una continua creación de asimetrías. Si todas las células se mantuvieran iguales y uniformemente distribuidas no formarían un ser vivo, sino un conjunto de células sin unidad vital. El cigoto totipotente va dando origen a los diversos tipos de células madre (pluripotentes, a su vez capaces de madurar hacia diversas células madre multipotentes, éstas a otras progenitoras y, finalmente, a las diferenciadas de un tejido concreto), que se organización en estructuras espaciales, maduración y se  almacenan en localizaciones precisas o nichos, denominadas células madre de adulto, que permanecen el resto de la vida en el organismo.
Este proceso se ordena jerárquicamente en el espacio y el tiempo, con un calendario natural de inicio y término. La distribución asimétrica de las células según los ejes cabeza-cola, dorso-ventral y derecha-izquierda da lugar a la forma corporal.
En todas las etapas del desarrollo es imprescindible que las células madre reciban una señal, generada en una etapa anterior. Esa señal externa puede enviarse desde otra célula o proceder de un contacto célula-célula. En ambos casos hay una interacción de una molécula con un receptor de la membrana. La célula procesa la señal a través de interacciones moleculares y reacciones químicas ordenadas que originan la denominada vía de señalización. Para recibir e interpretar adecuadamente esa señal, la célula debe encontrarse en el estado que le corresponde (pluripotencial, multipotencial, progenitora o diferenciada) y, además, situarse en su nicho propio.
La interacción célula-célula en el nicho correspondiente activa los caminos de señalización intracelulares modificando el estado del genoma: informan a cada de las células de su identidad como parte de un todo bi-celular. La autoorganización asimétrica se mantiene a lo largo del desarrollo pre-implantatorio implicando interacciones específicas intercelulares, y con ello expresión de genes diferentes en las células en función de la posición que ocupan en el embrión temprano.

El desarrollo es por tanto un crecimiento acompañado de diferenciación, gracias a la información epigenética que permite la trayectoria vital unitaria que hace del conjunto celular un organismo.

  • Día 1 de vida. De la primera división resultan dos células desiguales, y diferentes al cigoto, que constituyen el embrión en estado bi-celular y que seguirán caminos distintos en el desarrollo. Ambas se constituyen en una unidad orgánica al interaccionar específicamente entre sí, a través componentes moleculares de sus membranas.
  • Día 2 de vida y periodo previo a la anidación. Las dos células que componen el embrión bi-celular tienen diferente concentración de calcio, molécula que regula la información genética y la velocidad de multiplicación celular. Por ello, la célula más rica en calcio se divide antes y genera el embrión tri-celular. Las células ricas en calcio son pluripotenciales, capaces de producir todos los tipos celulares en la medida en que forman parte del embrión. Esta capacidad procede de los genes específicos de la pluripotencialidad, que se activan por el calcio y ordenan a la célula mantenerse indiferenciada, sin definir aún en qué dirección madurar.
  • El día cuatro empieza a formarse en el embrión una cavidad que desplaza hacia un extremo las células pluripotentes que forman la masa celular interna.
  • El día cinco el embrión, ahora llamado blastocisto, se ha desarrollado gracias al diálogo molecular durante su recorrido por las Trompas de Falopio de la madre, en las que se ha engendrado, en dirección al útero. El blastocisto se compone de células madre embrionarias pluripotenciales, que forman la masa celular interna y de ellas derivan los más de 200 tipos de células maduras del cuerpo humano, y de células madre del trofoblasto, que se convierten en tejido extraembrionario.
No es el embrión temprano, por tanto, un tejido homogéneo e indiferenciado sin individualidad propia, sino que incluso pueden distinguirse entre sí las células por marcadores específicos, que además señalan el destino que seguirá cada una. Las células poseen una historia espacial y temporal como células diferentes de un único organismo y se “saben” formando parte de un viviente concreto con un tiempo concreto de desarrollo.
La trayectoria vital es epigenética, una continua actualización de potencialidades.

La existencia natural de gemelos idénticos no supone indefinición de la individualidad en el embrión temprano.

Cada individuo es uno en cuanto que su existencia sigue una trayectoria particular de expresión del mensaje genético. Y es único y diferente a cualquier otro no sólo por la combinación “única” de genes que hereda de sus progenitores, sino por las fluctuaciones propias de su trayectoria, que hace diferentes incluso a los gemelos con idéntico patrimonio genético.
Conocemos de manera inequívoca que en el cigoto hay un plano o mapa que hace que la organización del embrión está creada al inicio, antes de la implantación. Esto supone un cambio profundo en la idea del embrión, e invalida la duda acerca de que la existencia de gemelos idénticos suponga falta de individualidad del embrión en el periodo de tiempo previo a la implantación en el útero materno.
Con frecuencia, la gemelación espontánea se consideró la falta de organización unitaria del embrión en su estado previo a la implantación. Tal carencia de carácter individual se ha usado para poner en tela de juicio el carácter de individuo de la especie humana del embrión de pocos días. Sin embargo, los datos actuales hacen muy difícil admitir que un organismo, que no es una masa informe de células, pueda partirse en dos.
La gemelación puede ser vista como la formación de dos cigotos de una misma fecundación y no como fisión en dos del embrión. Una ligera irregularidad en la difusión del ión calcio (inducida por factores maternos) alteraría la sincronización de dos procesos habitualmente sincronizados: división celular y organización intracelular polarizada que culminan con la adquisición del fenotipo cigoto. La división del óvulo durante el periodo de fecundación, y antes de que termine, daría lugar a dos células iguales entre sí, e iguales al óvulo en fecundación. Son dos células iguales derivadas del óvulo en fecundación. Si cada una de ellas continúa el proceso fecundante y alcanza el fenotipo cigoto polarizado, una sola  fecundación habría dado lugar a dos cigotos idénticos.
En todo caso, si los gemelos se generasen a partir de un solo embrión, el proceso no consistiría en la simple partición de un individuo en ‘mitades’, o ‘cuartos’. La existencia de ejes que organizan el conjunto de células derivadas de la multiplicación del cigoto no permite referirse a una fisión del embrión, como si se tratara de una realidad biológica simétrica y homogénea. Es decir, aún en el caso de que de un embrión se separaran alguna/as células, este material celular sería el material de partida que se constituye en célula totipotente: un nuevo cigoto que iniciara una nueva y diferente trayectoria vital unitaria. 

Relación con la madre en las primeras semanas de vida y autonomía del embrión

Desde el primer día de vida se desarrolla un diálogo molecular entre el embrión y la madre. Se inicia  con la liberación de moléculas de interleuquina-1 por el embrión que reciben los receptores específicos de las Trompas uterinas. Como repuesta, las Trompas producen varias sustancias: a)que permiten el desarrollo embrionario; b) que inyectan la vitalidad que el embrión necesita porque, durante los 5 primeros días, no dispone de más energía que la guardada en el óvulo; c) moléculas de superficie, complementarias de las del embrión que permiten rotar a lo largo del recorrido y le indican el lugar donde debe detenerse para anidar.
Tras este primer diálogo molecular, hay tres momentos de especial intensidad en la comunicación materno-filial por el contacto directo, que ya no es de células, sino de tejidos en la segunda y tercera semana.
A su vez, desde el inicio, se establece un diálogo molecular que convierte al sistema inmunológico materno en tolerante hacia el embrión. Este proceso biológico natural, por el que las defensas de la madre contra lo extraño se desactivan, se inicia en el embrión. Aunque el embrión, 50% materno y 50% paterno, resulta extraño a la madre, la atmósfera de tolerancia inmunológica creada en el diálogo molecular hace que la madre perciba al embrión como algo no propio y, sin embargo, sin señales de peligro que activarían las defensas. La inducción de tolerancia inmunológica en la madre hace de la gestación una convivencia, simbiosis de dos vidas: el embrión no es una parte de la madre ni tampoco un injerto, que sería rechazado de forma natural por ser algo extraño que conlleva peligro.
Por tanto, la dependencia de la relación con la madre no supone carencia de autonomía como individuo. La gestación aporta, a manera de nicho, las señales moleculares y celulares necesarias para las etapas del desarrollo del embrión. La relación con el medio difiere en las diversas etapas de la vida del individuo sin que suponga diferencia de entidad ontológica.

Tercera semana

Entre los días 15 a 17 comienzan a formarse las células del sistema nervioso, de la sangre y los vasos sanguíneos. Y se inicia así la circulación sanguínea propia.
Y hacia el 21 aparece el esbozo cardiaco (corazón) como centro motor de la circulación sanguínea y se produce el primer latido.
El esbozo del corazón en su camino al tórax induce a un área del endodermo a convertirse en hígado. El páncreas deriva de la región anterior del endodermo intestinal cercano a la región en la que se origina el hígado. Sin embargo, su formación se retrasa hasta la aparición de las señales moleculares imprescindibles para que el proceso avance.
La lógica de la trayectoria unitaria de cada individuo conlleva que se formen en primer lugar los sistemas que como el nervioso y el circulatorio cumplen funciones de integración de las partes.
La aparición de la línea primitiva, o de la cresta neural de la que derivan las células del cerebro no supone un hito especial que cambie la realidad ontológica del individuo. Cuando se estructure el cerebro y madure siguiendo el proceso epigenético de la trayectoria vital de ese individuo se actualizaran las potencialidades correspondientes y se pondrá de manifiesto las manifestaciones propias de los circuitos neuronales, de igual forma que cuando los pulmones estén constituidos y maduros podrán comenzar a ejercer su función respiratoria

¿Qué hace humano el cuerpo del hombre?

Los estudios acerca de los genomas humano y de chimpancé han permitido conocer las innovaciones informativas de los individuos de la especie Homo sapiens, que han hecho posible la aparición de las características morfológicas y fisiológicas propias del cuerpo del hombre.
El cuerpo del hombre muestra rasgos morfológicos y funcionales muy peculiares. De especial interés es el hecho de que  la criatura humana nace siempre en un parto prematuro, sin acabar, y necesitada de un acabado con las relaciones familiares. Es llamativo que no poseen muchos más genes que sus antecesores, si bien ese mayor número de unidades de información sirven fundamentalmente para un desarrollo muy complejo del cerebro.
Los animales superiores poseen una operatividad intensa: tendencias, modos de comportamiento, etc. que están ligados y son paralelos al desarrollo y maduración de su  sistema nervioso. La información heredada aporta al animal una disposición a aprender a vivir y les capacita para adquirir un conocimiento y dar respuestas instintivas: respuestas o modos de comportamiento que son automatismos dirigidos desde la unidad funcional. Son capaces de procesar información que les llega de fuera. Sin embargo, el animal está encerrado en el espacio vital de su nicho ecológico, puesto que los estímulos desencadenantes de una respuesta en tanto tienen significación biológica, provocan comportamientos que son específicos de la especie. La biología dicta la vida a todo animal no-humano.
Por el contrario, la conducta humana no es instintiva y automática aún en las tendencias naturales más pegadas a la vida biológica. Es capaz de técnica, educación y cultura, con lo que soluciona los problemas vitales que la biología no le resuelve.
En el hombre las relaciones personales (inconscientes al principio de su vida, y de modo consciente, responsable y en relación interpersonal después) dejan huella en él. Y a su vez, las facultades específicamente humanas como el habla, el conocimiento intelectual, la voluntad y la capacidad de amar, son facultades no ligadas directamente a un órgano, programadas por su biología, ya que están abiertas a desarrollarse mediante hábitos y no por el simple desarrollo corporal. En efecto, los hombres no están nunca terminados.
Esa apertura, o capacidad de relación, es un  elemento nuevo, no presente en los animales. Está abierto a incorporar a la emisión del programa la información que procede de su capacidad de relación.
Por ello, el cuerpo de cada hombre manifiesta un plus de complejidad al estar abierto a más posibilidades que las que la biología ofrece, a pesar de que su patrimonio genético posee muy pocos genes nuevos con respecto a los animales más próximos. El hombre es más con menos genes.
No se trata, por tanto, de que posea más información genética en su genoma, sino que el principio vital de cada uno está potenciado dando lugar a ese plus indetermina la vida biológica convirtiéndola en biografía personal. El fin de cada hombre no está biológicamente dado y por ello el ser personal no está sumergido en el automatismo de los procesos fisiológicos. Lo específico humano es por tanto inherente, ligado a la vida recibida de sus progenitores y no mera información que emerge del desarrollo sino que comunica libertad al principio de vida transmitido por sus padres con la constitución misma del patrimonio genético.

Conclusión

La ciencia biológica no puede dar razón de por qué cada hombre es un viviente libre, ni del origen de esa capacidad. No obstante, la biología aporta un conocimiento de gran riqueza: el principio vital único de cada hombre está intrínsecamente potenciado por la capacidad de relación personal que posee. El  carácter personal, se manifiesta como liberación del encierro o aperturas liberadoras del automatismo en el ciclo vital intereses-conducta, que le permiten abrirse más allá del nicho ecológico.
La apertura del vivir de cada hombre y esas características corporales que lo posibilitan son los presupuestos biológicos, y no las causas de la libertad. Porque es libre puede liberarse del automatismo cerrado de la biología.
Podemos concluir que el cigoto humano es persona porque es un cuerpo de hombre.
Y con ello, afirmar con la Instrucción Dignitas Personæ que “el embrión humano, por lo tanto, tiene desde el principio la dignidad propia de la persona”.

Natalia López Moratalla


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domingo, 24 de febrero de 2013

Desde mis postulados materialistas converjo plenamente con los obispos y su verdad revelada: no al aborto

El filósofo asturiano Gustavo Bueno analiza en esta entrevista –en vísperas de la conferencia que ofrecerá mañana– el debate sobre el aborto, sobre la nueva ley que prepara el Gobierno y sobre las declaraciones de la ministra Aído que ha pedido a la Iglesia que se limite a hablar de pecado o no pecado. Bueno afirma que desde sus postulados materialistas llega a la misma conclusión que la Conferencia Episcopal desde su verdad revelada: no al aborto.
–¿No caben los indiferentes en el debate sobre el aborto?
–Afecta a todos. Hay posturas muy definidas. Muy terminantes y claras. Pero defendidas con ideas cortas. Cada cual lo ve desde una perspectiva que parece evidente pero que no llega al fondo del asunto. Es imposible entenderse sobre todo con quienes pretenden mantener ideas racionales y progresistas. La ministra de Igualdad, por ejemplo, dice que su postura no es religiosa y que el debate se debe plantear en términos civiles y racionales. Pues no sabe lo que dice. Tiene la inocencia de la ignorancia. Como quienes la siguen, incluida esa comisión de supuestos expertos que mantiene.
–Ahora se proponen plazos.
–Cuando se habla y se propone una ley de plazos se da por supuesto que es progresista. Pero ¿cómo que hay plazos? Eso es lo que se debe demostrar. ¿Qué plazos? Los plazos se ponen desde fuera. Desde los primeros minutos, desde los 13 días, desde los dos primeros meses o lo que sea. Son plazos y divisiones extrínsecas. Es como dividir el tiempo en horas de sesenta minutos. El tiempo es continuo y lo dividimos en plazos por convención. Como los plazos de las letras de los bancos. Quien habla de la ley de plazos sin mayor crítica no sabe lo que dice, es un inconsciente.
–¿Hay plazos claros y distintos?–Se discute mucho entre embrión y feto. El embrión empieza con la maduración tras la unión entre el cigoto y el espermatocito, aunque no exactamente en el minuto de penetrar la membrana sino unas horas después. Y la nueva célula única pasa por las fases de mórula, gástrula y demás. Cuatro células, ocho, dieciséis, de ahí las fases pero ¿qué significan esas fases?
–Eso ¿qué significan?–Una fase decisiva, dicen, aparece cuando se distinguen terminaciones nerviosas que hacen pensar que el feto siente dolor. Y en eso fundan algunos los límites del aborto, cuando duele ya no se puede abortar. Dolería el pinchazo, se le causaría un trauma al feto. O sea que bastaría con anestesiar a un individuo para matarlo. ¿Cuándo empieza el cigoto a ser un individuo singularizado? La cuestión es qué es un individuo singularizado. García Bellido dice que la singularización se da en todas las células. De ahí que, como afirmaban los estoicos, no haya dos hojas iguales en un jardín. Por eso la idea de la clonación es absurda. Es imposible, habrá como mucho semejanzas e igualdades.
–¿Y la igualdad?–La Ministra debería saber que la igualdad es una relación simétrica y transitiva que necesita el parámetro ¿igualdad en qué?, ¿en peso?, ¿en tamaño? Ese Ministerio de Igualdad debería dar su parámetro y por lo tanto denominarse Ministerio de Igualdad K, donde K sería el parámetro. Si no es así simplemente se trata de una definición metafísica y vaga. La tesis extrema es afirmar que la singularidad empieza con el cigoto. Curiosamente no se habla de algo clave, del día 13.
–¿Qué ocurre ese día?–En ese día de la gestación se decide si el organismo pluricelular se decanta por formar un individuo o dos, por formar siameses. Se podría decir que se trata de una fase esencial. Ya Feijóo abordó eso en un discurso. Le hicieron una consulta desde Medinasidonia sobre una liebre geminada, sobre liebres siamesas que corrían en un sentido y cuando se cansaban corrían para el otro lado. Feijoo dice al respecto cosas muy bonitas. Claro, no se sabía entonces qué eran realmente los siameses. La gente no repara en ese día 13 como punto esencial y se fija sin embargo en si el feto siente o no, en el sentimiento, en la sensibilidad que todo lo inunda hoy en día.
–La discusión central es si se puede hablar de un ser humano o no ya en la concepción.–Es la tesis de Santo Tomás. Por cierto, no la de San Agustín, al principio, que era traduccionista. De «traducción», de quienes suponían que el alma procede de los padres como la rama de tronco. Para Santo Tomás el alma está creada por Dios y sólo hay una. Es una cuestión central. Los franciscanos creían que había varias almas. Dios, dice Santo Tomás, crea el alma racional. Es una tesis teológica, fuera de la discusión pues es una cuestión de fe.
–¿Entonces?–Lo que llaman argumentos religiosos tienen mucho de filosofía. La filosofía creacionista de Santo Tomás. Y la discusión de Santo Tomás y de San Agustín se plantea en términos filosóficos. Dentro de la tradición de Aristóteles. Funciona la idea de sustancia invariante, de identidad sustancial y esencial, cosas ya de filosofía en serio. Pero [tanto] el biólogo genetista [como] el que no lo es no saben lo que dicen. Usan ideas filosóficas trascendentales que les desbordan, que no dominan. No saben lo que dicen. «Forma» y «materia», el hilemorfismo de Aristóteles, todo eso está ahí. Santo Tomás lo plantea en términos de hilemorfismo, en términos filosóficos. Desde mis postulados materialistas converjo plenamente con los obispos y su verdad revelada: no al aborto. No es una cuestión religiosa. Ni de izquierdas y derechas. Cuando Zapatero ganó las elecciones por segunda vez hace poco más de un año reunió a sus huestes y les dijo que había que dar un giro a la izquierda, así que iba a replantear la cuestión del aborto. Zapatero identifica el aborto como una seña de identidad de la izquierda. Oponerse sería el signo del clero reaccionario. Menudo argumento, menuda calaña. No saben nada. Da tanta pereza argumentar contra esos disparates que sólo provocan desprecio. Pero hablar de propiedad del cuerpo es individualista, lo contrario del socialismo.
–A lo largo de la historia se han sucedido muchas posturas y opiniones sobre el aborto.–Recuerdo al padre Barbado Viejo, dominico, de Pola de Lena, hermano del obispo de Salamanca, por ahí le conocí. En el año 1943 estaba en la Facultad de Filosofía de Madrid, sabía mucha biología, había sido discípulo de Cajal, había estado mucho tiempo en Roma, tenía una historia de la Psicología fantástica y escribió ¿Cuándo se une el alma al cuerpo?. Recogía mil teorías. Una, de algunos averroístas, decía que el alma era racional y como la razón empieza a los siete años pues se une a los siete años al cuerpo así que antes se puede matar a un niño. Algunos aun ahora mantienen esa misma teoría por otras vías. Otros que al decir «papá» y «mamá», con el lenguaje, con el logos. Otros que después de nacer, pero no explican la diferencia entre estar dentro o fuera del útero. Los plazos son sólo pragmáticos.
–¿Jurídicamente?–Las mujeres no tienen derecho a abortar, tienen la obligación de no abortar. El genio de Caamaño, el ministro de Justicia, dice que si pueden casarse a los 16 años también pueden decidir abortar. Confunden el tocino con la velocidad. Pondría multas durísimas a las que abortan por negligentes, por el despilfarro económico. La ministra Aído habla como una esclava, dice que «tiene derecho a su cuerpo». Eso sólo lo decían los esclavos que no tenían otra cosa. ¿Qué derecho?, ¿natural o positivo? Si es natural no vale para un socialdemócrata, racionalista y progresista. Sería sólo una fantasía metafísica. El derecho siempre es positivo. Tendrá derecho a abortar cuando una ley lo permita. Decir que tiene sin más derecho es pedir el principio. Si lo tiene es porque se lo damos. Afirman que es una cuestión democrática, que el pueblo lo quiere. Entonces, si en el futuro el pueblo no lo quiere, se quita ese derecho y en paz.


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